lunes, 31 de enero de 2011

ko ni chi wa


El pasado sábado por la noche recibimos llamada de M'encantalafesta para hacernos partícipes de que él y l'Amantdelteatre se habían apuntao a un curso de comida japonesa el domingo de 11 a 17 en un restaurante de la calle princesa.

A Potter, que le mola mogollón el mundo del fogoneo exótico, cuando oye lo del curso de comida japonesa, se le ponen los ojicos a hacer chiribitas y no para hasta hacerse con el teléfono del restaurante y apuntarse él y de retruc apuntarme a mí.

Así que ya nos tienes levantándonos tempranico el domingo, con aquella sensación de estupor-idiota cuando todavía ni las calles están puestas.

Es entonces cuando se genera profusión de buen humor, porque uno ambiciona hasta el delirio ir a maitines y hacer logística: asearse uno y el otro, limpiar el corral de Taila, darle de comer, volver a limpiarle el corral porque es una máquina - lo de hacer las cosas en la calle como que le da reparo todavía- en fin un cumulito de cosas que con la neurona endormiscada, no me van muy bien.

Nos personamos en el restaurante a las 11, con una puntualidez que da grima. Me miro en un espejo (estoy presumío) y me doy cueng de que llevo las castañas pilongas enganchifás a los ojos. Tampoco me va bien.

Nos atiende una chica muy majeta. Nos informa que su materna, que es la profa que da el curso, viene en tren desde Tarragona; que se ha excretado ya varias veces en ese colectivo de gente que le da por lanzarse a la vía y en el conjunto de inclemencias que acontecen en Renfe cada dos por tres. Un trajín detrás de otro, vamos.

O sea que hay que esperarse al menos una hora porque la menchi no ha llegao.
Nos tomamos cafelito de cortesía y al cabo de un rato aparecen l'Amantdelteatre y M'encantalafesta, tós contentillos ellos, o sea: de resacón.
Para hacer tiempo nos damos un garbeo por la plaça Sant Jaume, que a esas horas está de rodaje de alguna serie sobre la república con el plantel de Minoría Absoluta meneando los hilos por allí.
Cotilleamos un rato y nos volvemos al mundo nipón.

Ha llegao la mestresa y nos presentamos todos contra todos.

Iniciamos clase con cocinamiento de sopa miso: lo olisqueo y lo pruebo casi todo.
Cuando está ya lista nos la pasa para hacer el tastet. Está buenísima.
Estoy de lo más vago y mi predisposición a saltar a los fogones es nula.

Tengo un par de viajes astrales, no me quedo ni cómo se corta el pollo, ni cómo se hace la marinada. Mala guanyado.
El Potter está de lo más aplicao con su boli y sus apuntes. Estoy por darle una colleja por empollón.
Llega la hora de la preparación del Tenpura (dice la mestresa que lo correcto es con ene) y empieza a rular una bolsa grandota con un contenido de polvo blanco de manufactura descoñocida. Silencio. La peña empieza a remugar. La rumorología se dispara y falta tiempo para que se empiecen a soltar animaladas sobre el tráfico de ese polvo blanco y las buenas relaciones entre el cartel de medellín y la mafia nipona.

Es harina de maíz capullines. Más de uno ya se ha emocionau. Bandarras.

Al tajo: la preparación del Tenpura lleva un curro del copón bendito, razones por las que paso disimulosa-meng el testigo a L'Amantdelteatre y a Potter para que se enmierden a rebozar y freir.
Yo hago que miro y que me fijo mucho; en realidad estoy de lo más zanganil. Disimulo de puta madre.
De mientras, se ha abierto la veda y la mestresa nos deja tirarnos la caña de birrica detrás de la barra y tomarnos alguna copichuel de vinacho del Priorat, así que me ubico en un taburete de la barra. Aquí se me ha visto el plumeril bastante ya. Como tampoco es mi intención engañar a nadie, saludo y regardeo el espectáculo gastroñómico.

Menos mal que nos han facilitao las instrucciones por escrito porque si tengo que fiarme de mis habilidades cociniles de serie, mi grado de concentración y mi memoria de pez, vamos listos.

Finalmeng, nos ponemos de sopa de miso, arroz, brochetas de pollo marinado, tenpura, mochis- que parece relleno de tetas siliconadas- y truficas niponas hasta la bandera.

El Potter sale emocionao y namás llegar a casa reune cuatro libros de cocina japonesa que andaban olvidaos por los estantes, cual rata bibliotecaria ha empezao a repasar receta por receta a ver qué es lo que mejor escau en casa.

Me voy a preparar una cajita de almax pa regar con sake por lo que pueda acoñtecer.


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